jueves, 20 de agosto de 2009

LA GUERRA DE CAMUFLAJE

Fotografía tomada en julio de 1916 en un barco australiano a unos marinos con máscaras antigas en la Primera Guerra Mundial. Archivo de la revista Life.

En Recorridos por los campos de guerra, Fritz hojeó los itinerarios de la guerra sintiendo que unas tijeras macabras llenaban de cicatrices Europa. Cada campo de batalla es una herida purulenta de jóvenes muertos. Esa idea la desarrolló en la obra memorial con una instalación de vídeo digital en la que un paisaje hermoso se convertía en una llaga. La dantesca imagen se repetía una y otra vez en un bucle encadenado, sin principio ni fin, de forma que era imposible saber si el paisaje se convertía en una llaga o la llaga sanaba hasta transformarse en una paisaje.
En el capítulo XIV repasó interesantes detalles sobre las maniobras de camuflaje utilizadas en esta extraña guerra. Por ejemplo, los barcos pintados por artistas de vanguardia que sirvieron para engañar con ilusiones ópticas que despistaban al enemigo. O las linternas mágicas empleadas en el frente para crear sombras y luces falsas como si el campo de batalla se hubiera convertido en una inmensa pantalla de cinematógrafo. Qué guerra tan cruelmente poética.
Fritz leyó con especial deleite ese capítulo escrito por un tal Klaus Werger. Se detuvo en el nombre, intentó memorizarlo para buscar más cosas de ese autor, pero olvidó pronto quién era.

 

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